PALMA.- La Policía Nacional ha detenido a Anthony C., de 31 años, acusado de detención ilegal y malos tratos a una chica polaca de 24 durante dos años. En todo este tiempo, la 'pareja' ha tenido un hijo en común de menos de un año que no está registrado. Los hechos han sido denunciados por la madre de ella desde Polonia.
Kamila, una joven polaca de 24 años, ha pasado desde los 22 privada de libertad por su novio. Dos años sin poder salir a la calle sola, sólo para comprar el pan. Dos años sin poder hablar por teléfono más que son su madre y con su novio delante. Durante esos dos años ha dado a luz a un hijo, que no aún no existe legalmente. Mientras Kamila salía a comprar su novio la observaba desde la casa, con el niño cerca. Un niño al que no podrían haber llevado al médico, porque no lo anotaron en el Registro Civil. Con el que no podría haber cruzado una frontera si le hubieran pedido un libro de familia del que carecía. Un niño que su padre amenazó con matar.
Éstas han sido al menos las declaraciones que hiciera Kamila la semana pasada cuando la Policía la liberó. Su madre, desede Polonia había dado la voz de alarma. La joven, cuando se vio liberada, rompió a contarlo todo. El novio fue detenido y puesto a disposición judicial del Juzgado de Manacor, que lo ha dejado en libertad, con una orden de alejamiento. Toda esta historia, las imputaciones, como en cualquier crónica previa a un juicio y a una sentencia, deben ser consideradas en grado de presunción. Máxime después de que el Tribunal Superior de Justicia haya emitido una nota en la que asegura que por la mañana la joven había cambiado sus declaraciones, aunque sin decir si para peor o para mejor. Lo cierto es que la Policía ha informado que Anthony C., de 32 años, pasaporte británico y domicilio y actividad empresarial en Porto Colom había sido detenido como presunto autor de un delito de detención ilegal (en España no existe la denominación "secuestro") y otro de malos tratos sobre una mujer de origen polaco. Kamila, su 'compañera'.
Instinto maternal
Los hechos han ocurrido a lo largo de casi dos años (en mayo los hubiera hecho). De la relación nació un hijo, que no fue inscrito en el Registro Civil (son los padres quienes deben hacerlo) probablemente para poder utilizar su 'inexistencia' legal como un arma coactiva más contra la mujer, principal víctima de estos acontecimientos. Kamila había llegado a Mallorca en 2006, con 22 años, en busca de un 'curro' en la hostelería. Y lo que se encontró fue con un 'novio cavernícola'. Tras dos años 'secuestrada' en casa de Anthony C., (29 años cuando la relación comenzó), solo el instinto de su madre, que supo lo que pasaba desde Polonia, ha podio salvarla.
O eso es lo que se desprende al menos de la primera fase de las investigaciones realizadas por el Grupo de Atracos de la Brigada Judicial de la Policía Nacional de Palma, que ha culminado con la liberación de la joven polaca. Kamila vino la isla en busca de trabajo. Como tantas personas de la Europa menos rica había oído hablar de las oportunidades que se dan aquí a quienes intentan buscarse la vida. Pronto conoció a un sujeto sin duda atractivo, al menos a primera vista. Anthony tendría entonces 29 años. Es fácil imaginárselo, incluso físicamente, con su encanto cosmopolita: pasaporte británico, nacido en Alemania es muy conocido e influyente en Porto Colom.
Bien relacionado, tiene amigos en la Policía Local y que es 'famosillo' en esta localidad turística, entre otras razones por el negocio de restauración que dirige su padre y en el que él mismo trabaja. Al poco tiempo Kamila y Anthony se fueron a vivir juntos, a casa de él. Era mayo de 2006.
Estado de euforia
Los policías que la liberaron comentarían que Kamila manifestó su euforia arrancando a hablar sin parar. Y de lo que habló fue de que los malos tratos y la retención en casa de 'su novio' habían comenzado desde el principio. La Policía se encontró además con una sorpresa: la pareja tenía un hijo. El niño cuenta con menos de un año y no está anotado en el Registro Civil. A efectos legales, no existe. No es extraño que Kamila se sintiera presionada por las amenazas de su compañero de que se lo quitaría, se lo llevaría y no lo vería nunca más. O de que los mataría.
Por el momento, Kamila y su hijo respiran ya, ocultos en un centro de acogida para mujeres maltratadas. Anthony, por su parte, espera en libertad que las ruedas de la Justicia giren. Tras pasar a disposición judicial la semana pasada, el juez decidió no encarcelarlo, dado que la mujer, en un piso secreto, no corre peligro y que el sospechoso tiene domicilio conocido y suficiente arraigo social como para esperarse que no intente escapar.
Mientras uno está en libertad a la espera de que se termine la instrucción y la otra la recupera en la relativa cautividad de un centro de acogida, probablemente todos recuerdan. Sobre todo Kamila. Dos años sojuzgada –si sus denuncias son ciertas– en Porto Colom. La joven explicó a los funcionarios del Grupo de Atracos de la Policía, encargados del caso, cómo su novio le impedía salir de casa. Cómo su máxima capacidad de movimiento era salir a comprar pan mientras él la vigilaba desde la ventana. Alguna vez salía a la calle, pero siempre con el novio, sin demasiada posibilidad de evadirse. Y explicó cómo no la dejaba hablar con nadie por teléfono. Solo con su madre y estando él presente. Ese fue su error: la madre, desde Polonia, se enteró de lo que pasaba y denunció ante la policía polaca que su hija estaba retenida en Mallorca, sufriendo frecuentes palizas y amenazas por parte de su compañero sentimental.
No es probable que la joven polaca se expresara claramente por teléfono con su carcelero tan cerca. Pero un día, tal vez hablando a escondidas, tal vez leyendo entre líneas, la madre de la joven se dio cuenta de que algo sucedía y corrió a la comisaría de Policía más cercana a poner una denuncia, que fue inmediatamente enviada a España. El jueves 28, tras localizar el domicilio del sospechoso en Porto Colom, los policías del Grupo de Atracos montaron un operativo para liberar a la mujer. Mientras unos agentes paraban a Anthony en la calle, otros entraron en la casa y liberaron a Kamila. Fue entonces cuando ella rompió a hablar.
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